22 de diciembre de 1979
Solitario. Inhumano.
Este sitio me da miedo. Está oscuro y parcialmente vacío.
Todavía no tengo claro cómo he llegado hasta aquí.
Camino por el pasillo central en busca de algún resto humano
por aquí, pero no hay nada, ni nadie. Ninguna de las habitaciones está abierta,
excepto una, pero me da pánico entrar y que sea la típica película americana de
terror en la que después de abrir la puerta, pasar dentro y mirar que lo que
hay en su interior te asusta, la puerta se cierre tras de mí.
Quizás eche un vistazo sin abrirla primero. Sí, creo que
haré eso.
Entre la rendija se puede ver cómo hay una televisión
antigua, una caja tonta que está parcialmente encendida, pero que no funciona.
Ver tantos puntitos juntos y parpadeando a la vez a más de uno le daría
tripofobia, pero no, yo no soy de esas.
Tengo curiosidad, así que abro la puerta al completo y me
decido a entrar.
Hay un par de ventanas pero detrás de ellas hay un tabique y
no dan a ningún sitio.
En la pared veo un póster medio roto de The Rolling Stones,
y un atril donde (quizás) debería ir una guitarra eléctrica.
En unas estanterías pegadas a la pared, hay una colección de
coches de los años setenta. Es bonita y permanece intacta junto con una foto de
alguien de espaldas apoyado en un Fiat 600 del 78, recuerdo cuando salió este coche a la venta. No puedo ver su cara,
pero es delgaducho y aparece con una cazadora de cuero que le queda bastante
bien.
Camino sobre el polvo y me fijo en que hay un sobre
perfectamente cerrado encima de una mesilla de la habitación. Tiene telas de
araña que conducen hacia la lámpara. Se las quito de encima, lo sacudo, y al
darle la vuelta me doy cuenta de que hay un nombre escrito: “Karina”.
Debió ser la novia de la persona a la que le pertenece esta
habitación, o quizás una mujer de la que se enamoró y quiso decirle todo lo que
pensaba sobre ella.
No puedo más. La abro y leo lo que hay escrito dentro.
11 de noviembre de 1979
Querida Karina:
Te escribo esto porque sé que un día lo leerás si me ocurre algo.
Siento muchísimo el daño que os he hecho a todos, sé que tal vez nunca podáis
perdonarme, pero ellos me amenazaron con matarme si decía algo. No puedo
contarte el por qué, sé que confías en mí e intentaré ocuparme de esto solo
para que no recaiga sobre vosotros. Te quiero mucho, Karina, te quiero por
encima de mis posibilidades, eres mi pequeño tesoro y siento que no me hayas
conocido lo suficiente porque haya tenido un error tonto de meterme en todo
esto sin contar con nadie. La verdad es que sucedió solo, yo no hice nada,
primero me amenazaron con hacerme daño a mí y como vieron que eso no me importó
me amenazaron usándoos a vosotros como señuelos. Pensaba que no se complicaría
tanto, pero ahora está muy difícil. Tal vez desaparezca, no puedo decirte
dónde, o tal vez me maten y no sobreviva.
Esté donde esté, quiero que sepas que no me olvidaré de tus rizos
rubios mientras te quedabas dormida sobre mi regazo después de leerte tu cuento
favorito.
Dale recuerdos a mamá y papá, y diles que estaré bien, solo tú puedes
saber la verdad, no les preocupes a ellos.
Te adora, tu hermano.
Dios mío, se me han helado los huesos al leer esta carta. Estoy en la habitación de una persona que pudo haber sido asesinada, o peor, que sigue vivo y esos asesinos siguen vivos en busca de venganza. Además de eso, me fijo en que la habitación está algo revolucionada. Como si alguien hubiese estado aquí antes que yo buscando respuestas.
¿Cuántos años tendrá Karina? Por la seriedad de la carta, supongo que los suficientes para entenderla, pero tampoco creo que sea una adulta. Imagino que tenga entre unos diez o catorce años.
Pobre chica.
Me meto la mano en los bolsillos pensando en que esa niña estará preguntándose dónde está su hermano y muy preocupada, y en que aún no ha leído esta carta de... ¿despedida? Supongo...
Espera un momento.
¿Qué hay en mis bolsillos?
Lo saco. Un papel enrollado.
Lo abro y leo, escrito en mayúsculas: "ENCUENTRA EL PARADERO DE EVAN".
¿Pero quién ha puesto eso en mi bolsillo y por qué sigo sin poder recordar nada? ¿Qué hago aquí? Es obvio que Evan es el hermano de Karina, pero, ¿por qué tengo que encontrarle? ¿Qué hago metida en los problemas de esta familia? ¿Para quién trabajo? Y lo más importante de todo... ¿cómo voy a encontrarle si yo también estoy perdida?
Hay tantas preguntas que tengo que responder...