- Vale. ¿Y después?
+ Ya veremos lo que pasa.
- ¿Y si tengo mucho calor?
+ Pues entonces quítate la ropa.
- ¿Y luego?
+ Luego me la quitaré yo también, sino sería desigualdad de condiciones.
- Pero así entonces tendré más calor.
+ Estamos en invierno, necesitamos entrar en calor.
- Tienes razón.
Entonces, nos encontramos los dos ahí, abrazados, sin ropa, totalmente desnudos, totalmente inocuos en la inmensidad del colchón de esa cama tan grande.
Escuchaba tu respiración agitada y pronunciada y no me dio tiempo a encontrar una respuesta cuando prácticamente, al minuto de estar abrazados, comenzaste a encontrarme las cosquillas en la nuca y a besarme lentamente el cuello.
Y luego tus manos agarraban mi cuerpo, que estaba totalmente conectado a ti, que estaba apegado a la manera en cómo le tratabas, que estaba, en su totalidad, a gusto contigo.
Llegaba el momento de las caricias, de que me cuidaras como nunca lo habías hecho, de que me demostraras que podía confiar en ti, y de que la única razón por la que debiera sentir pánico fuese porque te ibas de mi lado, y no por otra cosa.
Sabías mimarme, sabías qué tenías que hacer para poseer toda mi confianza, y de repente sentí un escalofrío cuando pasaste tu mano por mi abdomen, cuando me acariciaste, cuando jugaste a hacerme cosquillas ahí donde dicen que brotan las mariposas.
Y en el último segundo, junto a las respiraciones agitadas y los últimos suspiros, supe que eras mío. Supe que te tenía para siempre y supe entender que esto era el principio de una historia y que no hacía falta trazar planes para querernos porque hoy ya nos habíamos querido lo suficiente y además, lo habíamos demostrado.
Y ya no me hacía falta quitarte la ropa para desnudarte porque incluso con versos lo he conseguido, y entendí que leer los lunares de tu espalda era muy parecido a hacerte el amor mediante palabras, y así lo hice.
Ahora me sé tus pecas y lunares de memoria, ahora sé lo que se siente al tocar el cielo tan sólo reflejándome en tus pupilas, porque así es como el amor se siente, como una bala en el corazón, como una mariposa en la barriga, como un dolor de cabeza, como una adicción sin droga, como un tren viajando sin destino, como una mirada que lo dice todo, como una sonrisa que guarda un secreto a voces, como gritar tu nombre y que me llamen 'loca', como acabar borracha debajo de tu balcón gritándote lo mucho que te amo, no sé, así es como veo yo el amor, como una locura única y propia de uno mismo.
No puedo prometer que todo irá bien, pero te juro que no me iré nunca.
Y en el último segundo, junto a las respiraciones agitadas y los últimos suspiros, supe que eras mío. Supe que te tenía para siempre y supe entender que esto era el principio de una historia y que no hacía falta trazar planes para querernos porque hoy ya nos habíamos querido lo suficiente y además, lo habíamos demostrado.
Y ya no me hacía falta quitarte la ropa para desnudarte porque incluso con versos lo he conseguido, y entendí que leer los lunares de tu espalda era muy parecido a hacerte el amor mediante palabras, y así lo hice.
Ahora me sé tus pecas y lunares de memoria, ahora sé lo que se siente al tocar el cielo tan sólo reflejándome en tus pupilas, porque así es como el amor se siente, como una bala en el corazón, como una mariposa en la barriga, como un dolor de cabeza, como una adicción sin droga, como un tren viajando sin destino, como una mirada que lo dice todo, como una sonrisa que guarda un secreto a voces, como gritar tu nombre y que me llamen 'loca', como acabar borracha debajo de tu balcón gritándote lo mucho que te amo, no sé, así es como veo yo el amor, como una locura única y propia de uno mismo.
No puedo prometer que todo irá bien, pero te juro que no me iré nunca.
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