A veces os juro que su nombre me suena a poesía con ganas de ser recitada todo el tiempo.
A veces "todo el tiempo" tan sólo son treinta segundos de caricias, pero para mí sigue siéndolo todo.
A veces 'todo' es algo inagotable que envuelve hasta el último detalle.
No sé.
Supongo que la cordura no es lo mío.
Supongo que la paciencia tampoco, y por eso permanezco aquí con un reloj atado como una soga al cuello.
Me dijo mil veces que fuera paciente, que estuviera bien, que fuese correcta, pero, por el amor de Dios, no me pidas eso cuando sabes que mataría por verte andar por el pasillo de mi casa con toda tu geografía al descubierto.
Por el amor de Dios.
Cuando todo estaba calmado llegas tú con tu indiferencia y apareces cuando no te he llamado. En realidad, me hubiese parecido una invocación de no ser porque soy un poco escéptica en estos casos, pero es que justo en ese instante estaba pensando en ti, y tu nombre resaltó de repente.
El mundo está lleno de casualidades, y tú fuiste la más bonita, de hecho.
En realidad, ¿sabes qué?
Vuelve a aparecer las veces que quieras, ya no sé cómo controlarlo. Ya no sé cómo salir de ésta. No sé cómo salir de ninguna de las tuyas.
Además, cada vez que apareces perviertes todos mis sentidos. No sé cómo lo haces. No sé cómo lo consigues. Pero no me ayuda nada saber que puedo estar enredada en tus vértices y verme aquí en esta noche fría de verano, irónico, ¿verdad?
Realmente no recuerdo tu nombre, por eso creo que "Ocho", es la palabra perfecta para describirte.
No me preguntes por qué. Ni yo lo sé. Y si lo supiera no te lo diría. Sería incapaz de mostrar todos mis sentimientos a flor de piel porque soy incapaz de decirte que me gustas. Sería incapaz de darle al 'enter' a esta chorrada si no supiera que no ibas a leerlo, aunque seguramente lo hagas, nunca sabrías que pierdo el Norte por dedicarte el Sur de mis caderas.
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