como el vaho de aquel baño,
como si queriéndose
no pudieran nunca hacerse daño.
Como tener 97 razones para quererte,
y gritarte que por tener una herida de bala
no tengo la capacidad de mostrarte
que soy capaz de volar, sin un ala.
Me fui pensando que podría olvidarte.
Y el fuego no para de susurrarme:
"nunca dejaré de quemarte".
Así que sobrevivir a este ataque
es la única forma de que
este dolor no me machaque.
Adiós, amor.
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