Cuando fijas tu mirada en un objetivo,
y todo lo demás pasa a ser
extrañamente secundario en tu vida, y
no quieres tener más razones para estar vivo.
Cuando les haces ver a los demás
la belleza de todo lo que tienen alrededor
pero ellos siguen sin darse cuenta
de que no hace falta nada más.
Porque si hay una razón para ser feliz,
una única razón para sonreír,
es la que hace que arrugues la nariz.
La que a pesar de enfadarte, desesperarte,
y hacerle cosquillas a tu estómago...
consigue también definirte.
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