lunes, 31 de marzo de 2014

¿Sociedad? ¿Qué es eso?

Te levantas un día con el cielo más azul que nunca, y sin embargo, no sonríes. Te limitas a dar los "buenos días" a tu familia sabiendo que detrás de esa sonrisa que acabas de ponerles no hay más que mentiras.

Subes la persiana de tu habitación y te duele, te duele sólo ver la luz que entra junto con los rayos de Sol, te duele ver cómo pasa el tiempo, te duele ver cómo pasan las personas por la calle tan felices e ignorantes a la vez. Y entonces, te preguntas: "¿cómo (en una sociedad como esta) puede la gente ignorar todos los detalles horribles de la vida y sonreír, sin apenas darse cuenta de que el mundo se va a pique?"
Tratas de reflexionar.
¿Qué hay de bueno en tu país? ¿Qué?
Pensando recuerdas que lo que más te gusta en el mundo tiene ahora mismo un IVA del 21%, vamos, que si te gusta leer y escuchar música, o tienes dinero, o estás jodido. ¿Así es como quieren que vaya bien la educación? Si un libro cuesta más que una botella de alcohol. 
¿Así es como pretenden que la gente no se descargue canciones, porque es ilegal? Entendednos, no podemos vivir sin música, sin un estilo o un grupo o artista que predominen en nuestras vidas, no podemos y no debemos, porque la música es el aprendizaje de los oídos, es tan importante saber hablar como saber escuchar, y decidme, ¿ahora seguís pensando que la música no enseña educación? Estáis tan equivocados... La música muchas veces enseña más que un libro.

¿Y qué me decís de los e-books? ¿Dónde perdimos el sentido de la lectura? Eso de estremecerse con el tacto de una hoja nueva, recién impresa, con letras y versos que provienen de la mente de algún ser sabio como todos, de los pensamientos de alguien que ha llegado un poquito más allá de donde algunos no podemos llegar. A mí ese sentimiento me da la vida, es como si te abriesen la mente de alguien para saber lo que piensa, lo que siente en el momento en el que está escribiendo esas palabras, la riqueza de su vocabulario, cómo habla y cómo se expresa... ¡es una sintonía tan bonita entre la mente y la escritura! Quién pudiese.

Nuestro país ha decaído tanto que los programas 'telebasura' se han extendido hasta llegar el punto en el que todas las cadenas de televisión tienen (al menos) un programa de estas características. ¿Pero es que no os dais cuenta de que intentan entretenernos como si fuéramos tontos? 
Habláis de la gente que ve documentales como 'frikis', y sin embargo, ser friki es algo más que bueno, es ceñirte en un aspecto de la vida que es muy importante para ti, y, amigos y lectores, la cultura es lo más importante que puede existir en un mundo como este, o sino estarás perdido. Os perdéis Historia, conocimientos científicos, conocimientos básicos de la supervivencia de una persona... os perdéis el vivir.
No pretendo que os metáis trescientos documentales en una tarde, ni un mes, ni siquiera en toda vuestra vida, sólo comento que sería mucho mejor culturizarse sobre algún tema importante (económico, social, cultural...), mejor que ver cómo la tía del abuelo de Bob Esponja ha demandado al primo del padre de Patricio, ¿vale? ¿Qué tiene de interesante aprender sobre la vida de unas personas que sólo dan juego al remordimiento, al dinero, y al número de personas que se están tragando sus (poco) interesantes vidas? No es por nada, pero nosotros ya tenemos nuestras vidas, y creo que es suficiente con que resolvamos nuestros problemas en vez de quedarnos ahí parados para ver cómo resuelven los demás los suyos, ¿no creéis? 

Hablemos de la poca inteligencia que gastan algunos proporcionando un lenguaje deshonesto hacia el físico de las personas. Vamos a ver, ¿cómo queréis que os respeten si vosotros no respetáis? Creo que no es un tema difícil de entender, creo que una persona que tiene un mal físico (a vuestra forma de ver) no os ha hecho nada, es más, se está mostrando tal y como es, sin operaciones quirúrgicas que puedan hacer cambios en su aspecto como la cirugía estética, que también conlleva riesgos, pero ese es otro tema, somos personas y cada cual muestra su naturaleza de una forma diferente a los demás.

Con temas como estos (que bien creo que existen en la mayoría de los países) me planteo si somos en realidad seres humanos o monstruos, ¿cómo podemos actuar de esta manera?
Luego existen las disputas entre distintas ideologías, pero vamos a ver, ¿sois personas o animales? Por cómo os peleáis a veces pienso en si es normal, o soy yo la que no lo ve lógico. ¿No podéis vivir respetando los ideales de cada uno? Qué más da si piensas de una manera o de otra si al final todos vamos a acabar de la misma forma, si nacemos, vivimos y morimos igual que cualquiera, ¿y todavía nos atrevemos a decir que no somos iguales? Qué importará si somos de una religión o creencia o de otra, de una raza o de otra, de un partido político o de ninguno, tenga la sexualidad que tenga, si nos gustan las historias de miedo o las de amor, ¿os molestan los ideales de los demás o cómo va esto? Porque no lo entiendo.

Eso sí, una cosa que me irrita mucho es la desigualdad entre políticos y los que estamos aquí abajo. A mí por robar un pan para poder comer me llevarían a la cárcel y a ellos por lo mismo les darían las gracias, ¿o qué? ¿No se supone que las leyes se imponen de la misma forma para todo el mundo? ¿Me están vacilando? Desde luego con una política corrupta no pretendáis que el sistema vaya bien, y menos pidáis que nos siente bien que a un político le reduzcáis la condena y las multas y a una persona de un Status Social más bajo le arruinéis la vida. 

Y, por último (perdón por generalizar, ya sé que no sois todos así, pero la gran mayoría lo son), el tema de: "mírala qué cerda, se ha tirado a tres". ¿Perdonad? O sea, vosotros os tiráis a tres chicas y no sois unos cerdos, sois unos machotes, ¿verdad? ¿Qué pasa, que después de tanta guerra que hemos dado con los movimientos feministas, nos seguís tratando como un sexo inferior? Pues no, bonitos. Es un tema que me revienta mucho, pedimos igualdad, y de hecho nos la concedéis, y aquí nadie respeta a nadie. Qué bonito, ¿a que sí?

Cuando cambiéis el significado de la palabra "sociedad" a uno que no sea igual que el de "suciedad", me avisáis, porque de momento vamos por mal camino y esto no para de crecer. Y ahí arriba os he expuesto algunos de los temas que más odio, pero, obviamente, no son todos, hay muchísimos más que me molestan y que deberíamos tratar de cambiar, pero lo dejo a la idea de cada uno.
Allá vosotros, pero yo no me pienso quedar parada para que esto siga así, yo no.



sábado, 15 de marzo de 2014

Elígeme.

Hoy la noche está manchada de tus suspiros, que a la vez son míos y humedecen el cristal en el que formamos las letras de nuestro adjetivo favorito: "transparente".
Transparente como la nieve que se quema entre nuestras manos.
Transparente como nuestras miradas cuando se entrelazan.
Transparente, como aquella vez en que miré a través de tu sonrisa.

Y mientras morimos de miedo en la inmensidad del Universo, inmersos en nuestros deseos de acariciarnos la vida, lentamente recorres mi espalda aclamando uno de mis cosquilleos.
Así que me hago eterna a tu lado. 
Así que la luz de tus ojos me pide a gritos que te desnude y que recorra tus vértices, similares a un pañuelo de seda por su textura inexplicable entre suave y áspera.
Y tus lunares sobresalen como los picos (en el mapa) del Everest, o como una fotografía vieja en un álbum roto de una época que parecía casi inexistente, no sé.
Y qué me dices de las líneas que recorren la palma de tu mano, y que forman surcos como la arena en el desierto, como las calles de París con viandantes, como Venecia repleta de agua, como las olas del mar bailando al ritmo del poema de un suicida.

Y ahora no sé cómo describir tu boca, si como un sendero de claveles rojos o un campo de amapolas a punto de florecer o qué. Tal vez un campo de cereales. Quizás una mezcla de ambos. 
Sólo sé que su comisura me vuelve loca, que cada vez que mojas tus labios con tu saliva se me cae el mundo, que las murallas de Berlín se derrumban una y otra vez cada vez que te muerdes el labio inferior y que construiría la torre de Pisa con tal de sentirlos, tocarlos, o besarlos. Ay de mí.

Y bueno, qué me dices de tu pelo surcando cada borrasca.

Hablemos de que soy adicta a tu olor mediterráneo. A ese olor costero que tienes tan predominante. A esa dulzura que se queda impregnada en mi cuello cuando me abrazas y que si la comparo con algún sentimiento sólo se me aparece el de lujuria. Porque, ay, lo que te haría.
Te haría sentir el hombre más bonito del planeta Tierra. 
Haría que mi cama te pareciese más romántica que Roma.
Haría que nuestra vida fuese mejor que la película "El diario de Noa".
Mejor que un libro de John Green. 
Mejor que pelear por defender a Pearl Harbor.
Tú James Dean y yo Audrey Hepburn.
Yo Bonnie y tú Clyde. 
Tú decides, porque yo me quedo con esto.


sábado, 8 de marzo de 2014

Hoy me dueles, amor.

Así que (cómo no) le dije "hola" con mis labios temblorosos. Agaché la mirada como si fuese una reclusa que no debía haber saludado a su ex-compañero de celda (o en este caso de vida) y me fui.
Tal fue el sentimiento tan abrumador que se apoderó de mí, que me quedé parada justo en medio de la calle, treinta segundos después de lo sucedido y, sin quererlo ni poder controlarlo, comencé a llorar como si tuviese tres años y mi madre me hubiese quitado el juguete de las manos. Y ahí, en medio de esa calle vacía, permanecí minutos, horas y me perdí aún más de lo que ya lo estaba.

¿Cómo? Decidme, queridos ingenuos y gente feliz del planeta Tierra, ¿cómo pude recaer de tal forma con sólo escuchar su voz, una vez más? ¿Es tan grande el sentimiento que me está comiendo por dentro? ¿Cuándo se marcharán los monstruos que hay dentro de mi cabeza?
Tantas preguntas atormentaban mi mente que no me dejaban visualizar que había salido la luna llena en esta noche de Invierno vacía y mi quebradizo corazón palpitaba muy fuerte en mis oídos.
"¿Soy digna de merecer un poco de música?" - me pregunté a mí misma.
Claro que soy digna, ¡conchos! ¿Quién no se merece un poco de música? Tal vez yo no me la merecía, pero sí que la necesitaba, y en la nocturna vida que estaba llevando aquel día, la canción más triste del mundo se apoderó de mis oídos, y seguidamente, de mi cabeza, más tarde, de mi alma entera... Esa canción se había convertido en la dueña de mi cuerpo y yo regía sus normas... y así lo hice. En el acústico del sonar de una guitarra, mis manos atraparon mi cara por completo para limpiar las lágrimas que salían solas, que no necesitaban de pensamientos horribles para salir... eso ya no hacía falta.
La música jugaba con mis sentimientos al igual que tu maravillosa y vengativa mirada, al igual que tú conmigo, al igual que un gato con un ovillo de lana.

Podía sentir dentro de mí la nostalgia de los días que (no) nos quedaban por vivir. Podía notar la sensación de alivio al machacar mis piernas con mis uñas arropándolas, y arañándolas. Podía sentir la rabia acumulada de los días de lluvia y de los días en color negro que últimamente, no paraban de transcurrir.
Y en un intento de notar el amor que sentí por ti... se había esfumado. Hoy ya no te quería.
Hoy tan sólo me dolías.
"Hoy me dueles, amor." - susurré.
"Hoy me dueles. Me dueles. Me dueles." - repetía una y otra vez.

Esa noche encontré refugio en la canción más triste del mundo, y me arropó con su abrigo de notas musicales... Regresé a casa más perdida que nunca, y musité muy bajito:
"Nadie más te hará daño. Mira cómo has acabado. Y lo sabías. Puedes recomponerte, saldrás de esta."
Y entonces me dormí.
Soñé.
Y aún no he despertado.



martes, 4 de marzo de 2014

¿Y ese suspiro?

Hoy me encuentro frente a la pantalla del ordenador y no paro de imaginar tus manos balanceándose al mismo tiempo que el viento azota la persiana de mi habitación con fuerza. Al unísono también de la canción más sentimental que podía estar escuchando en esos momentos, al ritmo de ese bajo estremecedor, esa batería sonando lejos pero fuerte, esa guitarra eléctrica sonando con ganas y esa voz rota que susurraba que debíamos parar los relojes...

Ayer me entraron unas ganas increíbles de echarme a llorar. Pero algo me detuvo. Te visualicé allí tan feliz... Y es que tu felicidad me da la vida, no me preguntes por qué porque yo tampoco le encuentro una respuesta.
No sé. Ayer no era yo. Ayer estaba en trance con tu mirada, que, sin darlo a conocer al resto del mundo, me estaba sonriendo, y que, aunque yo no lo notara, me proporcionaba energía.
Así que en uno de estos momentos, entré en contacto con mi mente y me perdí en mis pensamientos mientras de fondo sonaba una canción inédita...

Mi clavícula. Tus besos. Mi comisura. Tus labios en ella. Mi cintura. Tus manos pegadas. Mi sonrisa. La tuya. Millones de cosas que compenetraban a la perfección, y millones de momentos que vagabundeaban por mi mente en esos momentos. Todo pasaba demasiado rápido, y yo sólo quería darle al 'pause'.
Tus manos de repente desabrochando botón a botón mi blusa blanca... ¿Mis manos? Debajo de tu jersey. Creo que en esas circunstancias me encontraba perdida en una perfección demasiado irreal. Creo que en esos momentos me encontraste, pero perdida en ti.
Mi falda se levantaba lento al ver volar tus manos debajo de ella. Tus pantalones se caían al ritmo de un bailoteo de tus piernas, que, temblaban al mismo tiempo que mi cuerpo. Todo comenzaba a cobrar sentido. Tú y yo teníamos algo en común. Lo notaba. Lo notabas. Lo notábamos ambos. Y nuestra respiración no se quedaba al margen. Respirábamos agitados, con ganas, como si hubiésemos recorrido la maratón más larga del mundo. (Y de hecho lo estábamos haciendo, estábamos recorriendo el camino más largo de nuestra relación. Habíamos definido esto como algo más. Habíamos progresado y estábamos a gusto con el cambio.)
No podía contarle al mundo en ese momento todo lo que estaba sintiendo, porque, me estaba muriendo por dentro, no sé si de amor, de alegría, de felicidad, o de esas tres últimas cosas fusionadas.
Me estaba fundiendo en ti, te estabas estremeciendo conmigo, ambos nos bailábamos al compás, como dos locos, como dos cuerdos que quieren establecer un vínculo entre lo físico y lo psicológico. Se me incendiaba el alma cada vez que me besabas. Suplicaba la calma a mi corazón, pero no podía, latía cada vez más rápido y el tuyo se ponía de acuerdo conmigo.
Subes navegando por mi espalda, y. Me quiero largar del mundo contigo, todo es perfecto.
Siete caricias.
Tres gemidos.
Dos "te quiero"; y uno de cada uno.

"Escúchame", dijiste con la mirada más brillante.
"Vamos a escaparnos", respondí, sin querer saber la pregunta.

Y en efecto, lo hiciste. Me hiciste tuya esa noche.
Mi cuerpo era un testamento en el que tú escribiste tus palabras más profundas, y me dejaste escucharlas.
Me diste a conocer tu lado más tierno, tu lado más bonito (y mira que a estas alturas ya era imposible encontrar algo más hermoso en ti), y tu lado más imprevisible (y este último me dejó anonadada).
Y yo te di a conocer mi lado más natural, mis ganas de comerte a besos, mis ganas de susurrarte cosas (que sólo tú y yo podemos saber) al oído, y mis pulmones y su fuerza para gritar tu nombre y posteriormente lo mucho que te quería.


Y entonces, en aquel instante supe que no tendría que esforzarme en quererte más, sino en quererte mejor.