sábado, 15 de marzo de 2014

Elígeme.

Hoy la noche está manchada de tus suspiros, que a la vez son míos y humedecen el cristal en el que formamos las letras de nuestro adjetivo favorito: "transparente".
Transparente como la nieve que se quema entre nuestras manos.
Transparente como nuestras miradas cuando se entrelazan.
Transparente, como aquella vez en que miré a través de tu sonrisa.

Y mientras morimos de miedo en la inmensidad del Universo, inmersos en nuestros deseos de acariciarnos la vida, lentamente recorres mi espalda aclamando uno de mis cosquilleos.
Así que me hago eterna a tu lado. 
Así que la luz de tus ojos me pide a gritos que te desnude y que recorra tus vértices, similares a un pañuelo de seda por su textura inexplicable entre suave y áspera.
Y tus lunares sobresalen como los picos (en el mapa) del Everest, o como una fotografía vieja en un álbum roto de una época que parecía casi inexistente, no sé.
Y qué me dices de las líneas que recorren la palma de tu mano, y que forman surcos como la arena en el desierto, como las calles de París con viandantes, como Venecia repleta de agua, como las olas del mar bailando al ritmo del poema de un suicida.

Y ahora no sé cómo describir tu boca, si como un sendero de claveles rojos o un campo de amapolas a punto de florecer o qué. Tal vez un campo de cereales. Quizás una mezcla de ambos. 
Sólo sé que su comisura me vuelve loca, que cada vez que mojas tus labios con tu saliva se me cae el mundo, que las murallas de Berlín se derrumban una y otra vez cada vez que te muerdes el labio inferior y que construiría la torre de Pisa con tal de sentirlos, tocarlos, o besarlos. Ay de mí.

Y bueno, qué me dices de tu pelo surcando cada borrasca.

Hablemos de que soy adicta a tu olor mediterráneo. A ese olor costero que tienes tan predominante. A esa dulzura que se queda impregnada en mi cuello cuando me abrazas y que si la comparo con algún sentimiento sólo se me aparece el de lujuria. Porque, ay, lo que te haría.
Te haría sentir el hombre más bonito del planeta Tierra. 
Haría que mi cama te pareciese más romántica que Roma.
Haría que nuestra vida fuese mejor que la película "El diario de Noa".
Mejor que un libro de John Green. 
Mejor que pelear por defender a Pearl Harbor.
Tú James Dean y yo Audrey Hepburn.
Yo Bonnie y tú Clyde. 
Tú decides, porque yo me quedo con esto.


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