martes, 27 de enero de 2015

Odisea. Canto II.

Phobos tiene miedo a Philia.

Estaba temblando, literalmente.
Movía los ojos de un lado a otro esperando que ella no apareciera por ninguna parte.
No tenía ni idea de por qué le incomodaba tanto su presencia y a la vez le hacía sentir algo que nunca había sentido, estaba confuso, estaba desequilibrado emocionalmente por Philia.

Philia le buscaba en todas partes. A veces, miraba su reflejo en el agua y notaba su presencia en él. Otros dicen que Philia les susurraba a los gatos callejeros para que en la noche, encontraran el escondite de Phobos.

El intento de hablar con Ares, su padre, no sirvió de mucho, pero aun así el intento mereció la pena.

No sé por qué no hallo el modo
de saber por qué me aferro,
ni qué consigo con evitar este desacomodo,
solo sé que si pienso en ella me aterro.

Su padre, a sabiendas de lo que estaba experimentando su hijo, solo supo darle un fiel consejo:

Nunca he visto manera más intensa de vivir,
que la que hace que tus ojos brillen más que la constelación de Orión.
Si te quedas con tus fobias en el corazón,
jamás podrás ver lo que las filias te pueden hacer sentir.

Phobos sabía que sus filias le daban aún más miedo que sus fobias. Tendría que arriesgarse a conocer nuevos horizontes.
Y esa noche se retó a sí mismo citando a medianoche a Philia en el anfiteatro. Ella lucía un vestido largo espectacular.
Phobos contuvo la respiración y...


Continuará...


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